XXII SWR BARROSELAS METALFEST – Barroselas (PRT) – 27/04/2019
Cansados como mulas apuramos a trote cochinero para alcanzar lo antes posible los últimos ecos de la actuación de los SUMMON y, a pesar del desfase horario en el que viviríamos durante todo ese día, pudimos calentar las vértebras con el death metal cochambroso de los portugueses y así redimirnos por haber llegado tarde a la velada gratuita y perdernos a los ARCHAIC TOMB. Nuestros machacados cerebros borrarían muy pronto tal avatar. Una vez dentro de la carpa la cosa coge tintes de deja vu, sólo cambia el nombre de las bandas. Arranquemos pues una nueva jornada de SWR Barroselas.
En el Abyss los ingleses VACIVUS nos darían la primera alegría de muchas. Su death metal hosco, oscuro y de tintes virtuosos nos hicieron pensar en bandas como INCANTATION. Quizás fue un tanto abrupta la manera de empezar el festival, pero hay que reconocer que nos mantuvieron pegados a las tablas del escenario, siendo por momentos un concierto más de ver y escuchar que de hacer el ganso. Esta gente no tiene muchos trabajos editados, pero atesoran una enorme calidad a la hora de desempeñar este estilo más técnico.
Una vez finalizado el show de VACIVUS, daba comienzo el de los portugueses NAMEK en el más noble de los escenarios, aquel que el día anterior nos dejaba fritas las retinas con tal despliegue de luces en sus más virulentas formas. El de NAMEK fue un concierto tipo de slam-grindcore a lo “gorrinillo style” para que el personal empezara a calentar las piernas, ahora sí, de verdad. No puedo destacar gran cosa de este show ya que, si bien nos dieron una brutal bofetada en el cogote, se hizo bastante monótono y previsible, donde las cortas píldoras de grindcore sazonado de crust punk iban sucediéndose en una cascada inmisericorde de gutural grosería. Con integrantes de los muy queridos por la parroquia lusa MARTELO NEGRO, cumplieron y dejaron maltrechos algunos cuerpos que difícilmente se recuperarían en lo que quedaba de festival.
Tras la caótica bofetada de los NAMEK, tocaba algo más selecto en el escenario pequeño con BARSHASKETH, banda originaria de Nueva Zelanda con un estilo black metal por momentos muy furibundo y en otros tremendamente evocador. Una de esas bandas que te mantienen bastante atrapado, de muy poco contraste visual. Largas piezas sacadas de discos como Ophidian henosis (Blut & Eisen Production, 2015), Sitra achra (Todestrieb Records, 2013) o el recientemente editado Barshasketh (World Terror Committee, 2019). A cualquiera de ellos hay ganas de hincar el diente con un poco más de calma. Aunque el desempeño de los músicos fue sobrio (y parco en palabras), agradaron a un público ávido de estas sonoridades más modernas que miraba el espectáculo sin pestañear, y eso que aquello por momentos parecía una tormenta infernal con los dos guitarristas desatados.
Encaramos la parte fuerte del festival con una serie de actuaciones que catalogaría como de lo más épico que servidor haya vivido en este festival a lo largo de muchos años de asistencia ininterrumpida. La primera de estas bandas sería DEMILICH, padres del death metal finlandés y unas auténticas bestias pardas, comandados por el guitarrista y vocalista Antti Boman. Fue esta una actuación memorable dadas las circunstancias especiales que la rodeaban. Muchos de los allí presentes tendrán en lo más alto de la estantería el único LP que esta banda de culto ha editado, Nespithe (Necropolis Records, 1993), una de las cotas más altas alcanzadas por el género. Por supuesto desgranaron este disco casi al completo pero no en el orden original, sucediéndose una masterclass tras otra al ritmo de “The cry”, “The sixteenth six-tooth son of fourteen four-regional dimensions (still unnamed)”, “When the sun drank the weight of water” o la esperada “The echo (replacement)”. El show fue una oda al death metal clásico y gozó de un sonido y una ejecución a mi juicio perfectas que hicieron de ello una de las actuaciones más destacadas de este ya longevo festival.
Los sacrificados del día para respirar, alimentarse, orinar y todas esas cuestiones vitales de las que padecemos los seres humanos, serían los polacos DOPELORD, cuyo sonido pesado y gravitacional trascendía hacia todas las esquinas del recinto. Volveríamos unos cuarenta minutos después ya con más energías en el cuerpo para encarar la recta final del día. Primero nos toparíamos con uno de los headliners del día, BENEDICTION, otra institución del género, pero esta vez en versión inglesa. Los de Birmingham eran una banda muy esperada por estos lares, una auténtica bendición para los amantes de los géneros más extremos del planeta ya que hace bastantes años que se han alejado del estudio de grabación.
BENEDICTION dieron un concierto muy enérgico donde el buen rollo que transmitían los músicos se contagió muy pronto a la hinchada hasta hacer de aquello un auténtico despiporre, con constantes subidas al escenario por parte de algunas personas con ganas de romperse la espalda en el duro suelo de Barroselas. La banda caldeó al personal desde el inicio con un clásico de la talla de “Divine ultimatum” y de ahí en adelante aquello fue una cascada de death metal zapatillero por donde se fueron asomando temas como “Nihtfear”, “The grotesque”, “Tear off these fuking wings” o la infaltable “Subconscious terror”. Si DEMILICH pusieron el bizcocho, BENEDICTION aportaría la nata, y todavía faltaba la guinda del pastel. Pero para ello habría que esperar cerca de una hora.
La espera hasta el cenit del día con la banda con más solera de todas las que tocarían en esta edición de SWR Barroselas Metalfest la haríamos acompañados de una inclasificable banda de nombre IMPERIAL TRIUMPHANT. Tres tíos aparecieron en el escenario con unas máscaras de estilo veneciano en sus rostros y aquello prometía de lo lindo. Tocaron media docena de temas porque cada uno de ellos duraba una eternidad, aunque lo mejor es esa mezcla de géneros donde reinaba el virtuosismo y, en especial, la pericia del bajista, que mentiría si no dijera que nos dejó con la boca a la altura del suelo. Esta gente hace una especie de black atmosférico sazonado con heavy neoclásico y jazz; o lo que viene siendo lo mismo, metamos en una coctelera a AUROCH, YNGWIE J MALMSTEEN y CYNIC y se podría conseguir algo parecido a lo que nos ofrece esta curiosa formación oriunda de New York y que por mi parte tienen el pulgar hacia arriba.
Todavía sacudiéndonos de encima la barroca propuesta de IMPERIAL TRIUMPHANT, nos dirigimos raudos hacia el escenario principal donde una de las piezas claves de la historia del doom metal se revelaría en todo su esplendor. SAINT VITUS eran por derecho propio la estrella principal de esta edición y como tal no defraudaron a casi nadie. Sonido de primera, un show lumínico acorde a la grandeza de esta banda y lo que es mejor de todo, estos ancianetes nos dieron una patada en el culo con un show entretenido y jugoso que tuvo tanto de heavy metal como de doom clásico, rememorando años en los que por este escenario pasaron también PENTAGRAM y CANDLEMASS. Ellos eran los que faltaban, porque sabemos que BLACK SABBATH no lo van a hacer. Quizás el vocalista Scott Reagers fue el que tardó un poco más en entonarse tras el inicio con las clásicas “Dark world” y “White magic/black magic”. Tras poner al personal en situación empezarían a dar coba a su nuevo álbum que todavía se editará el 17 de mayo y del que tocaron la mitad del track list. La primera de ellas fue “Remains”, un tema de marchamo lento e incitador al fumeteo masivo. Las líneas de bajo de Pat Bruders, también integrante de DOWN, se nos metían en la quijotera de forma irremediable, formando una dupla perfecta con el rompe-parches Henry Vasquez. Menudo equipazo. Otro corte de nueva hornada, “Hour glass”, deja al personal un tanto patidifuso, la cosa coge cada vez más tintes de blues funerario y Dave Chandler empieza a trascender por encima de las cabezas presentes con un solo cósmico sólo a la altura de aquellos que algún día se adentraron en mundos lisérgicos.
La cosa coge brío con la más movida “War is our destiny”, que anima a que la peña saque los cuernos a relucir, y “One mind” nos vuelve a sumir en el letargo. A partir de aquí la banda se mete a desgranar su nuevo y homónimo disco (mentiríamos si no dijéramos que habríamos preferido un set más clásico), con “A preude to…”, “Bloodshed” y la fenomenal “12 years in the tomb”. En la recta final acabarían cayendo, entre otros, algunos de sus temas más reconocidos como “Saint Vitus” y “Born too late”. Un fantástico show que en mi opinión pecó de incorporar hasta media docena de temas de un disco todavía no editado, y eso resta algo de entusiasmo. Con todo caemos de rodillas ante la talla de esta genuina banda.
Aquí podríamos dar por acabada nuestra presencia en esta XXII edición del SWR Barroselas Metalfest. El cansancio ya era un lastre considerable. Con todo y con la certeza en mente de que el día siguiente nos lo perderíamos por completo, y eso siempre te deja una espina clavada, decidimos exprimir esta jornada central y, si bien los alemanes ASCENSION sufrieron una buena dosis de ignorancia por mi parte, volveríamos ya de madrugada al escenario principal para ver a los BIRDFLESH… pero nos llevamos una sorpresa. Quien se sube al escenario es el trío de los checos PURULENT SPERMCANAL. Al parecer BIRDFLESH tuvieron problemas con su vuelo y no pudieron estar a tiempo en Barroselas. Los checos, que tenían actuación asignada para el día siguiente, harían de esta forma doblete en el festival. Divertidos como pocos con ese slam-grindcore de ritmos festivos muy a lo ROMPEPROP. Una vez fuera de la carpa, la duda era si ver algo de los dos shows gratuitos en el escenario exterior. Nos quedaríamos para calibrar a los DEADGRIND, cerrando de esta forma el círculo bajando progresivamente otra vez hacia el subterráneo de nuestras vidas.
Aquí acaban nuestras andanzas este año por Barroselas, un lugar de peregrinación anual, habitual penitencia para redimirse de todo el mal realizado durante los últimos doce meses. Si Dios quiere volveremos el año que viene. Ya hay fechas confirmadas para 2020: del 29 de abril al 2 de mayo.