WIEGEDOOD (BEL) – There’s Always Blood at the End of the Road, 2022

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WIEGEDOOD es, por contexto, una banda bastante peculiar. Formada por miembros de OATHBREAKER y AMENRA (los cuales también merecen su capítulo aparte), aparecieron de la nada en 2015 con un álbum completo: De doden hebben het goed (algo así como «los muertos están bien» en neerlandés) sin demos ni EP previos y con un sonido que los situaba a medio camino de todo, en un particular mezzanine. Un black metal con la potencia suficiente como para pasar por la izquierda a 300kms por hora y sin mirar a muchas bandas de black metal «tradicional», pero esos toques «naturistas» de su música los descartaban para dicha escena. Pero a su vez eran mucho más ortodoxos que todas aquellas bandas de post black metal que disfrutaban de su apogeo mediático y comercial. Y, por supuesto, estaban remotamente lejos de todo black/folk nórdico. WIEGEDOOD no eran revolucionarios, pero en aquel 2015 nadie hacía black metal con esos ingredientes y con esas medidas.

El disco funcionó tan bien, por calidad, novedad y efecto sorpresa, que la banda se ganó su correspondiente legión de seguidores/detractores. Pero tanto un bando como otro vieron cómo los belgas despacharon dos secuelas de idéntico nombre y calcada propuesta en 2017 y 2018. Sendos discos contaban con 4 temas de más de diez minutos con esas secciones de black implacable y constante, alternados con partes muy calmadas que hacían de puente con sus contrapuntos violentos, una especie de jam session donde la media hora de música fluía de manera muy sencilla.

Pero tras esta trilogía planteada de antemano quedaba lo más complicado: Comenzar de cero y sin un bagaje previo al que estar unido directamente. Es decir, una vez escuchadas la primera y la segunda parte de De doden hebben het goed sabes que la tercera va a funcionar salvo catástrofe. Pero There’s Always Blood at the End of the Road es un camino nuevo, y en cierto sentido, premonitorio.

Esta nueva obra es más larga, contiene más canciones pero más breves. Pero lo más importante es que ya no responde a una tetralogía. Representa un giro no drástico, pero sí con el grado suficiente de cambio como para provocar decepciones y felicitaciones. Digamos que WIEGEDOOD han decidido extirpar casi por completo la parte más reflexiva de su música y dedicar sus esfuerzos a la más visceral, pareciendo los primos modernos de TSJUDER.

Hablamos de canciones como «FN SCAR 16«, «Nuages«, «Theft and Begging» o «Carousel«, en las que no se levanta el pie del acelerador en casi ningún momento. Es una versión muy concentrada de los WIEGEDOOD que conocíamos hasta la fecha y que podría pasar por temas de cafres como BLUTVIAL, en los que no dan descanso durante sus cuatro/cinco minutos de vida. Llega incluso a impresionar la cantidad de malicia que son capaces de soltar. 

Pero irónicamente, a pesar de la incuestionable calidad de dichos cortes, es cuando empiezan las primeras dudas. Aunque expertos en el autoplagio, cada una de las partes de la trilogía de De doden hebben het goed se sentían como un disco completo, donde cada una de las canciones continuaba de manera natural hacia la siguiente, siendo un relato en el que es sencillo dejarse llevar. There’s Always Blood at the End of the Road tiene más que ver con un concierto de grindcore, donde la secuencia de canciones es un golpe tras otro sin respiro, sin dar tiempo a procesar qué estamos viviendo. Por eso, y por mucho que pueda gustarme este espíritu grindcore, entiendo por qué este trabajo no ha gustado tanto, entiendo por qué puede ser considerado un bajón de nivel con respecto a la trilogía previa. Pero también entiendo el título de la obra, es el final del camino y no podían seguir haciendo exactamente lo mismo por una cuarta vez, a riesgo de caer en la parodia.

Cierto es que aún quedan trazas de los «antiguos» WIEGEDOOD en «Now Will Always Be«, una canción larga que supera holgadamente los ocho minutos, que se atreven a usar cantos guturales tibetanos, donde los riffs todavía tienen ese toque melancólico. Y en «Wade«, un breve interludio acústico previo a «Nuages» que podría haber sido parte de una canción mayor pero que se reduce a eso, a un breve descanso. Experimentan de manera muy escueta con el harsh noise en «Until it’s not» antes de llevarnos a la mencionada «Now Will Always Be«, siendo este conjunto el único viso de continuidad entre canciones que hallaremos. Pero ahí se acaba todo, creo que para ellos el experimento consistía en ver hasta qué extremo podían llevar su música. Por su parte, desde luego, lo han logrado.

¿Y para nosotros, es un paso atrás o hacia delante? Por un lado, y aunque me gusta bastante el resultado conseguido, no puedo evitar ver cierta simplificación excesiva, pero en el otro lado de la balanza, un De doden hebben het goed IV habría sido innecesario y un error a largo plazo. Aunque no estemos del todo conformes con el resultado los belgas demuestran que son capaces de salir de su propia sombra.

 

 

 

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