VIDRES A LA SANG (ESP) – Set de sang, 2018
No me voy a andar con zarandajas. Lo digo bien alto. Para mí este retorno de VIDRES A LA SANG, Set de sang, es el disco del año 2018. No digo nacional, digo de todo lo que ha salido en este año ya esté hecho en este país o en Australia. Y no lo digo porque le tenga un cariño especial a este grupo al que he visto crecer. Todavía recuerdo cuando hace casi quince años compré en una distribuidora el primer disco de ellos, titulado de igual manera y con una portada muy maquetera, negra y con el nombre del grupo en rojo. Entonces lo habían autoeditado. Luego se reeditó con un libreto en condiciones y mejor distribución por Xtreem Music. En aquel momento me quedé petrificado con el grupo, con temas como «Un dia qualsevol» o «La nostra estirp«. Luego supe que eran poemas de un autor catalán, Miquel Martí i Pol. Parecía que la música se movía al compás de las letras y no al contrario. Y la fuerza, intensidad y carácter que imprimía el cuarteto a sus composiciones, con el añadido de la profunda voz de Eloi, me dejaron impresionado. Aquel trabajo tuvo continuidad con otros dos más, Endins y Som, que conformaron una trilogía excepcional, una progresión al alza que no tenía igual (sólo recuerdo un grupo, SETGE, que tomó prestado parte de este sonido, pero VIDRES A LA SANG era único en su concepción y desarrollo).
Sin embargo la evolución tuvo un final que, aunque no era del todo definitivo, sí que nos hizo perder de vista a VIDRES A LA SANG, con la única excepción de su guitarrista Albert que entró en la banda amiga FOSCOR poco después de que en 2010 VIDRES A LA SANG pasara a ser protagonista de su propio tema «El nostre silenci«. Precisamente una gira entre ambas bandas catalanas fue lo último que supimos de ellos, una gira que les hizo reflexionar mucho sobre el sentido de lo que hacían y la repercusión que conseguían. Como Eloi no era ni es muy de redes sociales, poco más se supo de VIDRES A LA SANG, aunque nunca cayeron en el olvido. El nombre del grupo siempre aparecía en corrillos extremos y no tan extremos y sus discos se movían con facilidad. De repente un día apareció un nuevo perfil público: VIDRES A LA SANG, con un fondo blanco ensangrentado, y los comentarios inundaron el mundo digital. ¿Volvía VIDRES A LA SANG? Pues sí, así fue. Y yo creo que ni ellos mismos eran conscientes de la repercusión que iba a tener tal hecho. Ya sólo faltaba que saliera a la luz nueva música. Y aquí tenemos Set de sang.
Si alguno escuchó el primer adelanto de este disco, «Els vents bufen a favor«, habrá visto que VIDRES A LA SANG ha evolucionado mucho en ocho años. Y es que hay que concebir Set de sang como el disco que VIDRES sacaría si en 2010 no se hubiesen disuelto y entre medias hubiesen ofrecido otros trabajos intermedios. Sólo así se entenderá cómo el colchón de lo que fue VIDRES A LA SANG está presente en todos los poros del disco, pero el salto hacia delante que han dado en sonido, contenido, composición y ejecución es de gigante. Y también de concepción. El negro desaparece: nos quedamos solo con la sangre, con la sed de venganza y la fuerza y energía. Todo esto se puede ver en ese tema de adelanto que tiene visos de convertirse en un himno para la banda, con esas voces limpias que potencian la emotividad en forma de coros casi de guerra. Armonías de inspiración post rockera que generan intensidad y te envuelven sin querer. Cambios de ritmo y giros estructurales sorprendentes. Solos de Albert absolutamente sentidos que llevan la música un paso más. Y las letras, los versos, todos compuestos por Eloi a excepción de dos temas en donde vuelve a coger prestada la voz de Martí i Pol. Reflexivos textos que gritan con rabia para derrumbar los prejuicios y los miedos a decir lo que pensamos.
Todo esto se ve envuelto en una producción sublime. Es increíble lo que el propio Eloi ha conseguido en sus estudios Farm of Sounds, con la ayuda posterior de Javi Félez en sus Moontower para la masterización y mezcla. Es un sonido natural y poliédrico, no hay trampa; todo, absolutamente todo se escucha en su justa proporción. ¿Por qué? Porque VIDRES A LA SANG ha escapado de sobreproducir el trabajo. Eso que tantas y tantas bandas hacen para dar más fuerza a su música y les hace perder detalles. Pues Eloi ha conseguido que seamos capaces de escuchar cada giro, cada efecto, cada brillante engarzado en la estructura de este anillo sin por ello restar energía; al contrario, se multiplica la capacidad de absorción de un disco que ya de por sí es absorbente y engancha desde la primera escucha. En especial con este sonido han conseguido la excelencia en el espacio para el bajo de Marcos y la batería del recientemente incorporado, y jovencísimo, Jordi Farré, ambos haciendo un trabajo absolutamente perfecto en su ejecución y protagonismo. Dan otra dimensión a la parte rítmica, y sino escucha el tema de cierre del trabajo, como simple ejemplo, «L’orbita del cor«, estructuralmente perfecto, rítmicamente arriesgado, emocionalmente soberbio.
Por su parte, Eloi y Albert tienen el colchón necesario para que sus guitarras, repletas de momentos de armónica lucidez y emotivo aspecto solista, construyan un esqueleto mágico. Las armonías penetrantes que me recuerdan a KATATONIA y DEATHSPELL OMEGA al mismo tiempo, siempre omnipresentes construyen el sonido que define Set de sang. El tema de adelanto citado es un ejemplo, al igual que el magnífico «Emergiré» con un momento de intensidad inusitada que te llevará al trance. Sobre este sonido Eloi está cargado de expresividad. Ahora más que nunca VIDRES A LA SANG es letra y música, arte en conjunto. Registros ásperos, enérgicos y profundos a los que ya nos tenía acostumbrados, momentos recitados con voces susurradas como el bellísimo pasaje central de «Miraré de no tornar-me a perdre«, el primero de los poemas de Martí i Pol y que cuenta con la colaboración de Martín Mendez de OPETH en el bajo cuya línea crece en presencia por momentos… Y por supuesto esos coros hímnicos, cargados de sentimiento y fuerza.
Death metal, black, doom, post-rock, mucho sentimiento progresivo… En Set de sang es inútil hablar de estilos. Es lo que digo: una evolución truncada de un grupo que estaba en un momento creativo álgido y que sublima con este disco, sólo que con un hiato de ocho años. Pero es VIDRES A LA SANG. Es ese grupo original que siempre fue. Cada composición te va a decir algo, te va a tocar la fibra sensible y según avances en las escuchas vas a descubrir un detalle que en la anterior te había pasado desapercibido. Y engancha, atrapa. Y mira que hay temas complicados, como el citado «Miraré de no tornar-me a perdre«, por su profundidad y parsimonia, o «El mur«, que para mi gusto es el tema triunfal de este disco, y probablemente uno de los más arriesgados en cuanto a su estructura y el sonido de las guitarras (el momento slide justo antes de la explosión final es impresionante). Sin olvidar esa oda inabarcable que es el otro poema de Martí i Pol, «Som pelegrims«, que en casi diez minutos recorre ambientes de todo tipo, aumentando la intensidad poco a poco hasta que Albert hace su aparición con uno de los solos más conseguidos del trabajo mientras Jordi Farré se desmelena en una explosión de blast beats. O «El poble redemptor«, con otro trabajo solista de grandísimo calado.
Yo lo tengo claro no, clarísimo. La sed se ha saciado más que de sobra con Set de sang. VIDRES A LA SANG presenta un disco cuya clave es una palabra: madurez. Y la han alcanzado con el tiempo, sin saltarse pasos, solo que incrementando la creatividad de una manera gigantesca después del barbecho al que relegaron su propia existencia. Este trabajo dará mucho que hablar, y seguramente será difícil de superar, por ellos mismos y por todos los demás. El arte en su expresión más alcista y grandilocuente. Siguen retando a la muerte, pero esta vez desde la tranquilidad que da el paso de la vida.