TORTUGA (POL) – Deities, 2020

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Quiero ser sincera desde el primer momento: escuché este disco por la portada. No tenía idea de quiénes eran esos TORTUGA pero esa calavera de quelonio con tentáculos me decía que tenía que haber algo interesante tras ella. Me remonté a su homónimo de 2017 (también ilustrado con un cráneo de tortuga en su portada) en el que dejaban entrever un estilo stoner con bastante psicodelia y un interés en explorar distintas combinaciones tímbricas y jugar con las repeticiones estructurales. Pese a dejar bastante de lado la voz en este primer trabajo, en los dos temas en los que hace aparición se percibe como un elemento más, perfectamente entrelazado en la maraña de sonidos con la que el cuarteto había decidido entrar al mundo DIY.

Pese a que Deities es solo su segundo larga duración, me sorprendió la forma en la que habían decidido evolucionar en él. De entrada la obra está inspirada en H.P. Lovecraft de una manera bastante interesante: cada tema se dedica a una de las deidades imaginadas por el autor (excepto «Defective mind transfer«, que está inspirada en el relato Desde el más allá). Esta temática no es ninguna novedad en el metal pero la han tratado con especial cuidado. Tanto como puede ser necesario para llevar a los oídos el horror cósmico. Porque el disco suena a stoner, a doom, a rock psicodélico… pero por encima de todo suena a desesperación, a mutación, a horror y a monstruos.

Todo empieza en calma, despacio. Como augurando un viaje lento pero tranquilo, con un sonido que a muchas personas les evocará, por puro imaginario colectivo, un ambiente desértico. Lo que ocurre posteriormente es que ese costoso camino en el desierto se convierte en un intento de escapar en vano de arenas movedizas. La única forma parece ser la de arrastrarse a ritmo de swing por el fango. Mientras todo esto ocurre, en el horizonte está formándose una ola gigantesca que solo crece y amenaza con romper. Entre sus sombras deja imaginar inmensos dioses, inquietantes criaturas que en algún momento estarán lo suficientemente cerca como para aterrorizarnos de verdad. Pero eso nunca llega a ocurrir: recorremos el desierto, el fango, el pasado y el presente, y cuando llegamos al final el horizonte sigue a la misma distancia pero nosotras también nos hemos convertido en monstruos al otro lado de la ola.

Esa ola, la forma en la que fluye el disco y se desarrolla, es en lo que más claramente noto que el grupo ha hecho lo que realmente ha querido. No hay pretensiones, no hay una estrategia: la música repta, sincera, por el mero placer de hacerlo. Lo valioso de esto es que todos los integrantes parecen moverse con comodidad en este contexto de libertad creativa. Solo así consiguen combinar recursos que podrían eliminar todo el componente de horror del disco: unos solos setenteros, sampleos, repeticiones que pueden acomodarnos el oído en la familiaridad de una melodía… Pero de alguna manera consiguen llevar esos sonidos conocidos, amistosos, incluso relajados y alegres, a una tensión constante que cuando se resuelve solo lleva a más tensión. Tal y como hace Lovecraft: primero nos habla de una maldición, después de una secta. La secta está formada por maníacos, y además, detrás de todo eso hay un monstruo despiadado al que algunos veneran. Y por último el sinsentido de la vida y la locura. No hay escapatoria.

En el aspecto puramente musical destacaría que la base rítmica aportada por Marmur (batería) y Heszu (bajo) tiene mucho groove, algo que no sorprende en el stoner. Pero si la cosa empieza a ponerse oscura y a acercarse a un sonido más doom o sludge, cobra una relevancia interesante. Los guitarristas Bablo (probablemente el responsable de los cameos del castellano en este disco, ya que es de origen español) y Klosu además de aportar las voces cumplen sobradamente el trabajo de crear melodías hipnóticas y sonidos psicodélicos que destrozan a golpe de distorsión cuando creías haber encontrado un silencio en el que poder refugiarte.

Personalmente me cuesta elegir un tema favorito, pero las pausas de «Black Pharaoh II«, los «fuck you Godzilla» de «For Elizard» y el culmen absolutamente inesperado del disco en «Galeón de Manila» los marcaría como los más imprescindibles. Sin embargo «Trip» tiene todos los elementos característicos del disco resumidos en ocho minutos.

Insisto en el componente DIY de este trabajo. Se aprecia desde la suave y adornada cubierta de las ediciones físicas con la insinuación de Cthulhu creada por Rafal Wechterowicz (Too Many Skulls) hasta las versiones digitales con los linograbados de Roman Zarzeczny que representan a las aberraciones lovecraftianas que han inspirado el disco.

La única pega que puedo poner quizás sea algo extraña. Cada canción ensambla tan bien con la anterior y la siguiente que escucharlas por separado les hace perder algo. No es nada negativo si la intención del grupo era hacer una pieza conceptual. En todo caso tomaría como una expectativa para próximos trabajos que consigan condensar en una sola canción la expresividad que consiguen en este disco en conjunto. Es ambicioso, pero pedirles una obra conceptual de Lovecraft después de su primer disco también lo habría sido, así que ¿por qué no? Más ambicioso sea quizás esperar poder verlos pronto en directo.

Un concierto con un sonido como el de TORTUGA ahora mismo sería la transición perfecta desde este mundo sin sentido en el que estamos viviendo a uno en el que podamos aislar el horror encima de un escenario. Y disfrutarlo.

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