SYLVAINE (NOR) – Nova, 2022

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La polifacética Kathrine Shepard destapa por cuarta vez consecutiva el tarro de las esencias con su proyecto SYLVAINE y con Nova se marca un disco que invita a la reflexión y a la vida contemplativa sin dejar de lado unos embates de ira más enconados hacia el black metal vanguardista. El talento musical de la noruega está fuera de toda duda, y lo demuestra con creces en este proyecto en el que solamente se hace acompañar del batería Dorian Mansiaux, y de un par de músicos invitados para uno de los temas más especiales que haya compuesto nunca: “Everything must come to an end”. Ellos son Lambert Segura de SAOR, que toca el violín, y Patrick Urban que hace lo propio con el cello. Kathrine se ocupa de todas las voces, arreglos, guitarras, bajo y sintetizadores. Le pega un soberano repaso a todo lo que huela a blackgaze y shoegaze, subgéneros que de primeras nos hacen girar la cara hasta que nos pille con las defensas bajas, y, que tremendas odas atribuladas a la música contemporánea lleguen a resultarnos incluso conmovedoras. Puedes tomarte este Nova como banda sonora para rendir pleitesía a la naturaleza o como remanso de paz en el que agazaparse en días obtusos y deprimentes.

La noruega decidió trasladarse a Francia en lo más duro de la pandemia para componer y dar forma a este disco. La elección de este país no es arbitraria, ya que ella misma reconoce verse influenciada ya no solo por bandas como ALCEST, purasangres dentro de las corrientes que ella tan bien domina, sino por la poesía y el arte romántico tan característico de este país. Al escuchar los seis cortes y el bonus track que componen Nova uno se da cuenta del amor que esta compositora profesa por la literatura francesa. Por momentos nos parece toparnos con un híbrido entre la neerlandesa Anneke van Giersbergen y su compatriota Liv Kristine, ya que la mayor parte de las secciones vocales transitan entre cálidos parajes shoegaze y la sensibilidad intrínseca al dreampop. Sorprende pues cuando de repente transmuta su voz en un chillido quejumbroso en las partes más enconadas hacia el black metal, que en este disco son más bien pocas, pero muy intensas y que cogen al oyente casi siempre desprevenido.

Sería un error el acercarse a este disco si uno busca intensidad y metal alocado. Las partes más agresivas se pueden contar con los dedos de la mano, a modo de perlas exquisitas que, de alguna manera, actúan como un oscuro viñeteado en un luminoso paisaje francés. En todo caso, si las partes blackers tuviesen más protagonismo creo que le restaría gran parte de la gracia y la epicidad que se persigue. El tema homónimo que abre el disco es una oda a la vida y con un gran protagonismo de unas voces por momentos celestiales junto con una atmósfera realmente lograda gracias al buen trabajo realizado con los sintetizadores y los arreglos de cuerda.

Si sobrevives a los primeros cuatro minutos del trabajo encontrarás algo más de nervio en el siguiente «Mono no aware«, que inicia a golpe de post rock antes de arrancar con una de las partes más violentas del trabajo. Al tratarse de uno de los cortes más largos, superando los diez minutos, Kathrine tiene todo el tiempo del mundo para llevarnos por diferentes caminos siempre apegados al pegadizo riff de guitarra que vertebra esta canción.

Tras el que posiblemente sea el tema más blackgaze del disco vuelve la calma con “Nowhere, still somewhere” dónde el componente atmosférico y cuasi onírico vuelve a ser lo dominante. “Fortapt” es otro de los cortes más largos y aunque aquí también hay arrancadas extremas y obscuras la mayor parte del tema es bastante quejumbroso y lastimero. Si alguna vez te has dejado llevar por el pop de sabor islandés te gustará un corte como “I close my eyes so I can see” que podría haber tenido por familiar lejano a unos SIGUR RÓS. La antes mencionada “Everything must come to an end” es posiblemente el punto fuerte de la obra junto con «Mono no aware”, gracias a la aportación de instrumentos de cuerda como el violín y el cello que le dan a la historia un aura folk bastante relevante y enraíza con el tema inicial, ya que ambos se caracterizan por un desarrollo lento y muy melódico dónde las voces sosegadas de Kathrine son las verdaderas protagonistas. El bonus “Dissolution” tiene un rollo más pop rock oscurete pero, en líneas generales, no aporta gran cosa si lo comparamos con el grueso del disco.

El cuarto trabajo de SYLVAINE es un paso más dentro del universo en el que habita la mente compositiva de la artista, un disco que tiene bastante de autocomplaciente y de poca piedad por el que lo escuche. Decir que hay que estar ciertamente motivado para dejarse arrastrar por una música tan envolvente pudiera ser una obviedad, pero sin duda no podemos menospreciar un trabajo tan bueno sobre todo en el apartado vocal. Me gustaría destacar también que para el arte de portada Kathrine ha elegido una fotografía creada exclusivamente para la ocasión por la fantástica fotógrafa Andy Julia cuyo portfolio es digno de ser visitado. La fotógrafa, especializada en retratos femeninos, ha colaborado con bandas como ALCEST, ALLURE o TRISTE SIRE.

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