SPIRE (AUS) – Temple of Khronos, 2021
Los tópicos musicales son útiles. No siempre son ciertos, pero tienen el inevitable poso de verdad que ha contribuido a su creación. Si son suecos y tocan death metal, es inevitable pensar en un primer momento que utilizarán el pedal Boss Heavy Metal HM2. Si proceden del noroeste de EEUU, en algún estado boscoso, tampoco sería raro en visualizar a un grupo de black metal con más pretensiones intelectuales de la cuenta. Si en vez de por territorios tratamos de averiguar el género/estilo por nombre, entonces la diversión se multiplica, porque este factor suele fallar aún menos. Funcionamos sobre lo conocido y nos gusta lo conocido, queremos saber qué vamos a encontrar detrás de la puerta, pues despreciamos lo caótico y tratamos de darle un orden; nos da seguridad.
Lo que no quita que de vez en cuando una descolocación sea positiva. En el caso que nos ocupa, la carta de presentación reza como origen Australia y el estilo black metal/ambient, a lo que cabría esperar un sonido muy sucio, partes ambientales extremadamente lúgubres y proyecto unipersonal o bien con pocos miembros, y a ser posible que uno de estos tenga lazos con el nacionalsocialismo local. Este tópico fue el que me animó a encargarme a la segunda obra completa de SPIRE. Pero que la temática tuviese que ver con el tiempo y no con vampiros psíquicos astrales me daba pistas de que, en efecto, el dúo de Brisbane nada tenía que ver con sus compatriotas.
Temple of Khronos es una más que agradable descolocación que mira más a la Polonia o Islandia modernas, esto es: bastantes medios tiempos y cierta capa ambiental para crear la oscuridad justa (hete aquí la utilidad de los tópicos). Claro está, también hay sitio para cierto cupo de originalidad y que la línea que separa la admiración del plagio se vuelva borrosa.
No sería sorpresivo si afirmase que cuando mejor funcionan SPIRE es con su lentitud, la que les permite crear esa atmósfera casi ritualista. Aunque no de la manera que uno asocia a «ritual». A los clásicos coros masculinos graves se les unen cantos guturales tibetanos, como pueden oírse en el interludio «Antithesis«, en «Hymn IV – Puissant» o en «Hymn V – Khronos«. Puede que sea un detalle insignificante, pero contribuye más de lo que uno piensa a cambiar la perspectiva de su música, pues parece que los australianos nos encierran con su música, nos sobrecargan de la misma, pero paradójicamente resulta hasta relajante.
Es la base rítmica la que resulta ser demoledora, mientras que la guitarra líder suena mucho más limpia, llevando el peso de la melodía. Ese juego de contrastes provoca que algo monótono en potencia sea vuelva llevadero y envolvente. No sólo eso; el trabajo en las voces es, quizás, lo menos habitual. Salvando quizás el registro DSBM que se emplea en «Hymn III – Harbringer» y otros momentos cercanos al death, la mayor parte de tales voces a lo largo de Temple of Khronos son limpias y recitadas, llegando a tener incluso similitudes con Victonik de DODHEIMSGARD. Aun así, no debemos olvidar que la base está en el black metal, y blast beasts y otras secciones veloces, aunque diseminadas, van a estar ahí. Más presentes en la primera parte del álbum (antes del interludio), sin ser las secciones más brillantes (no por su ejecución técnica, sino porque no ofrecen nada especial), son un medio para el fin, no el fin en sí mismo.
Temple of Khronos está muy lejos de ser una propuesta arriesgada o suicida, pero no es menor su distancia con las corrientes clásicas del black que de las variantes más actuales. Funciona como un reloj en ese extraño punto medio, agobiante pero accesible.