QUIETUS (FRA) – Chaos is order yet undeciphered, 2020
Honestamente no sé cómo calificar la obra prima de este cuarteto francés, si es una pedantería musical sobrevalorada digna de según qué círculos snob o un disco realmente arriesgado y sincero. Mi visión depende del día y del momento. Mis dudas surgen porque Chaos is order… resulta no ser nada amable: es difícil, cortante, abrupto y da menos facilidades para su consumo que comerse un borrador de pizarra a mordiscos. Incluso si se consulta diferentes clasificaciones de la banda por la red uno encuentra muchas etiquetas: post hardcore, post metal, math rock, noise rock… Tengo preferencia por la primera de las señaladas, pero no puedo culpar a quien decida escoger alguna de las otras (y alguna más que añadiré adelante), porque QUIETUS es una híbrido amorfo de todo aquello.
Hay algo que en lo que este Chaos is order es bastante subversivo con respecto a los miles de lanzamientos de hardcore y metal que hay cada año, y es que en muchas partes da la sensación de que es la voz la que lidera la construcción de la canción. Normalmente no es así, es la parte instrumental la que domina y en la que las líneas vocales deben encontrar su acomodo, aunque luego estas se lleven el protagonismo. Pero no suelen ser la base a partir de la cual se construye la canción. ¿En qué baso esta afirmación? Primero, en que la voz suele comandar la potencia del tema. Partamos de «A matter of sexual thoughts«. Si esta comienza con blast beats, la voz de Guillaume será rasgada por completo; si apenas hay un par de rasgueos de guitarra y un plato como trasfondo instrumental, las líneas vocales pasarán a ser narradas más que cantadas. Y si, como en «Le ruban de Möbius«, los acordes son melódicos, así lo será Guillaume. Si el tema cambia abruptamente de tempo y ambiente, nuestro cantante pondrá el equivalente…
Aunque pueda ser contradictorio con la parrafada anterior, guitarra, bajo y batería son entidades que también sirven a sus propios intereses. Esos cambios completos y cortantes que hacen en cada corte, los riffs disonantes y el minimalismo que choca con las secciones más mathrock/core derivan en que las canciones tengan un solo sentido: sólo avanzan, no hay estribillos, no hay secciones repetidas y, ante todo, no hay limitaciones estructurales. Cada corte puede evolucionar de cualquier manera; todo es absolutamente imprevisible. En este sentido QUIETUS mira bastante al jazz más que al metal o al hardcore, dejando incluso entrever en los momentos de mayor silencio que aún hay espacio para más improvisación. Y no, no son los primeros en esto de hacer jazz con fachada de hardcore. Pero la diferencia con muchos otros seguidores de los míticos suecos es que ellos sí han logrado seguir el camino del todo-vale-espera-lo-inesperado y no quedarse en la parte fácil y llamativa.
Después de estas palabras creo que ya tengo respuesta a mi dilema ético del principio. ¿Será una obra empleada como arma arrojadiza de lo que debe de ser un gusto variado y arriesgado? No tengo duda sobre ello, pero es que se lo han ganado a pulso con este balconing a una piscina vacía… saliendo encima ilesos.