MENTALIST (int) – A journey into the unknown, 2021

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Hace un año, en octubre, dejaba caer en Subterráneo un buen disco de power metal ¡El tiempo pasa volando! En concreto fue Freedom of speech de MENTALIST. Trabajo que cumplió con las expectativas que me formé sobre él, de inmediato y de manera satisfactoria. No inventaba la rueda, pero era power metal bien hecho por miembros con buena experiencia. Y, uno en especial, tiene derecho a contar con el beneplácito de los seguidores por su aportación al género. Así es, hablamos de Thomen Stauch, el hombre detrás de los parches en los mejores e irrepetibles discos de BLIND GUARDIAN. Por lo que, no os quepa duda de que esta banda suena a lo que tiene que sonar en todo momento. Quien tenga reticencias, ya sabe dónde está la puerta. Ni ellos ni yo vamos a engañaros a estas alturas de la película, ya que la conocemos muy bien de tanto visionarla.

¿Qué nos traen, entonces, después de solamente un año? Decir «más de lo mismo» sería acertado, pero no le haría justicia. Se nota que han trabajado duro en unos tiempos actuales y oscuros para la música. Todo lo negativo que pude mencionar en el día de su debut con la boca pequeña, queda anulado. Incluso parece que leyeron mi reseña personalmente, porque es demencial el salto de calidad y cómo la orientación de los temas ha ido en lo que yo creía «que fallaban» o «se quedaban cortos». Lo cual ya no me satisface a mí personalmente, también a ellos mismos, vistos los resultados.

¿Por dónde empezar? Si bien su sonido tiene (y tendrá) mucho de HELLOWEEN e IRON MAIDEN, en esta nueva entrega está mejor repartido, y coexistiendo como si tuvieran el mismo cuerpo. Esto, anteriormente hacía que hubiera un desnivel brutal de canción en canción que, aunque no afectaba al desenlace, sí daba la sensación de que eran cortes sin pretensiones muy claras. Al final, incluso tenías muy claro qué directrices individuales y específicas habían escogido para según qué composición. Aquí no. Todas las canciones parecen llegar a buen puerto, avanzan así por las mismas corrientes, aunque en el banco de peces no todos sean necesariamente de la misma especie. Ese desnivel desaparece, afortunadamente. 

Por un lado tenemos canciones dignas y prototípica de las calabazas como «A Journey into the Unknown» o «Dentalist«. Dos cañonazos de alegría con sus correspondientes hazañas vocales de un Rob Lundgren se sale y un trabajo melódico-armónico en las guitarras hiper potentes de Kai Stringer y Peter Moog que parten el bacalao en forma de unos solos y riffs de aúpa durante todo el trabajo. A partir de aquí, nuestros protagonistas mejoran sustancialmente y dejan caer lo aprendido (además de la fórmula de siempre) con contundente elegancia. No os equivoquéis, cualquier banda de power que entienda de que va la cosa, puede hacer buenas composiciones. Lo que no se puede hacer ya con tanta facilidad es darles la suficiente vida para no quedar en desuso, y es aquí, en donde cosas como “Modern Philosophy” o “Torture king”, con sus inconfundibles toques maidenescos, han terminado de fusionarse con el sonido power para formar a la criatura definitiva. Epicidad del heavy metal y del power keeperiano al mismo tiempo, no falla nada. Todo ello sin endulzar la propuesta con el toque europeo e hímnico de HAMMERFALLFREEDOM CALL, el cual me resulta insustancial la mayoría de las veces por muy disfrutable que pueda llegar a ser.

Hablando de endulzar, en su primer disco noté que, si bien querían meter teclado y toques sinfónicos, estos quedaban muy ocultos y tan tímidos que prácticamente tenías que agudizar tu sentido del oído para captarlos. Esta es otra de las grandes hazañas del disco y, en el cual, gracias al buen hacer de Oliver Palotai (KAMELOT), por fin tienen el protagonismo necesario como para unirse a la fiesta. Aportan de esa manera, la alegría potente que pone la pajarita a punto para terminar de dar ese toque final al traje de gala que, en este caso, hay que estrenar y que resultan ser los temas del disco. De esta manera, las canciones se ven más fluidas añadiendo las partes acústicas o de medio tiempo como en “Battle dressed” o “Life forever”, las cuales funcionan gracias a ese recargamiento de chute de positividad. Incluso, gracias a esto, podemos disfrutar de la única balada del disco “An ocean so deep”, donde su emotiva sensibilidad nos intenta hacer soltar unas lagrimitas. Demasiado sencilla para mi gusto, incluso sabiendo de antemano por donde me he movido todo este tiempo. Deberían mejorar o investigar como poder hacer baladas que tuvieran más pegada y alma. En las veces que he visto que lo intentan, no les termino de ver en su salsa o dar con la tecla correcta. Una pena.

Muy buen segundo asalto. No sé donde nos llevará este viaje desconocido en un futuro, pero creo que MENTALIST ha ganado mucho y dado pasos de gigantes sin inventar la rueda. Creo que con esto pueden sobresalir incluso dentro de las bandas del mismo estilo que pululan sin control, lo cual ya es mucho decir y no me atrevía a mencionar anteriormente. Ojalá verlos seguir creciendo y, ya de paso, ver más portadas con lo que parece ser una de esas mascotas en peligro de extinción dibujada por el gran Andreas Marschall.

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