La escalera de la inmundicia

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En el mundo de la música hay timadores y mentirosos de todas las clases. No descubro nada nuevo y seguramente nuestros lectores hayan conocido a alguno en cualquier punto de su vida. El mundo está lleno de cerdos, y no le descubro América a nadie por ello. Pero pocas veces un engaño está tan bien hecho hasta niveles asombrosamente buenos, pero con un envoltorio absolutamente ridículo.

Quizás el caso de THREATIN sea olvidado dentro de unos meses para quedar tan sólo como una anécdota divertida para los viejos del lugar. Pero para quién no lo sepa, aquí un breve resumen de lo que sucedió.

A principios de noviembre Metalsucks descubrió a una banda de Los Ángeles llamada THREATIN que había usado una agencia de booking falsa para alquilar salas y dar conciertos por Reino Unido y algunos países de la Europa continental. No sólo eso sino que además pagó por “me gusta” falsos en Facebook y visitas fraudulentas en vídeos de Youtube. Vídeos que, por cierto, eran montajes en directo falsos que mostraban salas llenas de gente… cuando nadie había oído hablar de ese grupo. No para el nivel de llenar salas grandes de concierto, al menos.

En una de estas salas, la mítica The Underworld en el Candem londinense, su personal echaba en cara al grupo en su propio post de Facebook que les habían engañado, diciéndoles que habían vendido 291 entradas (con lo que la sala tenía que abrir ese día si el grupo había pagado el depósito y se habían vendido entradas) cuando en realidad tan sólo tres personas aparecieron por allí.

A partir de ahí las piezas de dominó fueron cayendo una tras otra, con más salas de aquella gira europea contando la misma historia. Números infladísimos de entradas para salas literalmente vacías (lo que suele pasar si no te conoce nadie).

La mierda seguía saliendo y empezaba a aparecer un manager fantasma desde Los Ángeles, entrevistas falsas que se hacía a sí mismo y, por si fuera poco, hasta una discográfica con decenas de artistas inexistentes.

En otras palabras, había creado un impresionante despliegue de apoyo mediático bastante detallado que aun así caía por su propio peso si uno inspeccionaba fijamente la veracidad de cada palabra y cifra. Un gigante con los pies de barro con muchísimo esfuerzo por detrás, aunque fuese en algo poco o nada legítimo.

La “mente maestra” de este castillo de naipes era Jered Threatin, cuyo nombre real respondía al de Jered Eames, un músico nacido en Moberly, Missouri, una pequeña ciudad de 14000 habitantes, en el seno de una familia de clase media. En otras palabras, podría ser la historia de cualquiera de nosotros. Con la diferencia de que nuestro protagonista engañó a muchísima gente en su mundo de fantasía.

Junto con su hermano Scott creó la banda SAETITH, un grupo de death/black que llegó a telonear a CANNIBAL CORPSE o VITAL REMAINS en fechas sueltas. De nuevo nada distinto a muchas de las bandas que podemos reseñar aquí. Incluso estuvo en ABIGAIL WILLIAMS como bajista… sólo una semana.

Su hermano sí que tiene una carrera real, como guitarrista en vivo de THY ANTICHRIST y labrándose su carrera como músico lenta pero progresivamente. En una entrevista bastante interesante, relata la incipiente megalomanía que años más tarde le llevaría a crear tal entramado.

Una vez descubierto todo y literalmente viéndose acorralado con vídeos que mostraban la realidad, sólo quedaba una salida: huir hacia delante. El 14 de noviembre publicaba un tweet en el que decía: “¿Qué son las fake news? He convertido una habitación vacía en un titular internacional. Si estás leyendo esto eres parte de la ilusión”. Y desde entonces silencio.

Si analizamos el mensaje en cuestión, estrictamente tiene razón. De no conocerlo nadie a salir en medios como Daily Mirror o Variety. Aunque atendiendo a las palabras de su hermano, dichas días antes, podemos darle otra perspectiva: “Lo conozco lo suficientemente bien como para saber que intentará convertir esto en un engaño muy elaborado, donde él era la mente maestra”. O lo que es lo mismo: intentar salir airoso de una situación vergonzosa. Si la vida te da limones, haz limonada.

Si realmente lo tenía todo pensado desde el inicio o simplemente ha demostrado ser un capullo de esos que te dice tras haberle tomado el pelo de manera espectacular “no, si yo ya sabía que todo era una broma, pero te he seguido el juego” es donde se ha centrado el debate. Aunque está claro que en el mundo del heavy metal lo tendrá difícil para seguir adelante (de lo que me alegro profundamente).

Sin embargo, como estrategia de marketing es brillante y un desastre. Brillante porque, como decíamos antes, todo el mundo le conoce, su música está siendo escuchada (los vídeos son tan ridículos que no tiene dicho sentido del mismo, o está hecho aposta para que se hable más) y más de un gracioso le habrá comprado merch. Pero una vez que las risas se apagan, vas a estar vetado de por vida. Por no hablar del dinero perdido durante el camino: en ir a otro continente, pagar a tus músicos (para que luego dos de ellos se vayan tras descubrirse el pastel), pagar una pasta a las salas para tener una gran sala de ensayo “privada”, al no ir a verte nadie. Y que tu nombre quede embarrado.

Quizás pase como con NATCHMYSTIUM, cuyo líder, Blake Judd, ha engañado una y otra vez a la gente y a un nivel muchísimo más dañino que Jered. Sin embargo a Judd lo respaldaba una carrera profesional larga, conocida y de calidad que le ha permitido engañar a la gente. Jered ha empezado de cero su banda, lo que corta toda posibilidad de progreso.

Curiosamente semanas más tarde un grupo se separaba de una manera bastante tragicómica: “Debido a la desafortunada realidad de nuestro guitarrista follándose a mi novia de hace siete años, WITCHROT se tomará un hiato”, junto con la imagen de una guitarra rota en la basura. De nuevo un grupo que salta al estrellato por algo negativo. La publicidad mala también es publicidad, y funciona incluso mejor que la buena.

Volviendo a THREATIN, ¿por qué invertir tanto esfuerzo en algo falso en lugar de crear una carrera de verdad? Es una pregunta que muchas personas se hacen. Pero Jered podría seguir haciendo limonada, aunque no sea en la música.

Sus cualidades para el engaño, los castillos de humo y las excusas podrían abrirle las puertas de muchas empresas de marketing y publicidad. Cualidades que estarán socialmente mal vistas, pero que con pocos escrúpulos pueden ser herramientas ideales.

Aunque la moraleja de esta historia no es muy alentadora. Es difícil que se repita una estafa así de grande, pues como hemos visto requiere mucho dinero y tiempo, y además gracias a internet todo pierde la máscara tarde o temprano. Sin embargo, ¿cuántos Jered de medio pelo hay entre nosotros, que gracias al anonimato y a las múltiples identidades de la red pueden estar engañando a otro grupo, a una sala, a un manager? Es difícil saberlo y más difícil de prever. Jered se aprovechó de la confianza de la gente, de las apariencias, de cosas obvias que nadie mira. Su historia llegó a un punto en que daba risa y pena. Ni tan siquiera su bajista, el único que lo ha defendido, entiende por qué ha hecho todo. Él se queda con lo bueno: le salió la gira gratis y Jered y su mujer le trataron estupendamente. Todo por vivir un sueño falso a quien más daño hará es a él mismo.

Puede que toda esta mala publicidad se convierta en una tendencia: grupos que inventan peleas, cosas negativas, para tener su momento de publicidad, porque mientras estás en el foco de atención, antes de que se apaguen las luces de nuevo, quizás hayas conseguido cuarenta nuevos fans. El fin justifica los medios en su sentido más amplio. Unas prácticas que nos lleven a un futuro donde esto sea normal, donde los grupos trabajen más en una imagen negativa que en una positiva. Porque funciona, porque genera clicks, visitas, escuchas y quizás una camiseta o dos. Que bajemos todos por una escalera hacia la inmundicia.

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