EVERGREY (SWE) – Escape of the Phoenix, 2021
En el momento de escribir estas palabras quedan cuatro días para que finalice el verano. No voy a negar que me embarga cierta euforia y alegría. Aunque no canto victoria, porque el veranito de San Miguel acecha en el horizonte blandiendo su espada de rayos ultravioletas, me siento más tranquilo y una paz creciente atempera mi espíritu. El pueblo se ha vaciado de un día para otro como si la marabunta temiera una guerra nuclear y hubiera huido como ratas al galope hacia sus refugios cosmopolitas. Los veo irse arrastrando sus pesadas maletas cargadas se recuerdos como aquel que mira pasar un tren ocasional que tras el ruido del momento deja las vías sumidas en la calma y el silencio más sepulcral. Pronto se notarán unas temperaturas más frescas, si es que el dichoso cambio climático lo permite, que serán el preámbulo de días brumosos y de fino orballo, todavía antes de la época de borrascas, turbias tormentas y violentos vendavales. Es el momento de volver a retomar el contacto con la naturaleza, que como un caballo fatigado tras una larga travesía por áridos parajes suspira por el frescor de las aguas. En lo mundano es hora de hacer orden y limpieza, retomar proyectos, hacer deporte, volver a leer y escribir y, sobre todo, escuchar nueva música. Volver a la vida.
Septiembre. La vuelta al cole y bla, bla, bla. Para mí septiembre es un mes para coger impulso y arrancar con brío en otoño e invierno, que es cuando mi mente creativa funciona mejor. En lo que atañe a la crítica musical es un buen momento para mirar hacia atrás y dedicar un momento a lanzamientos que de no hablar de ellos ahora posiblemente pasen desapercibidos. Por eso no me podría perdonar el finiquitar el año y no haber reseñado el que hasta el momento está siendo el disco que más he escuchado y que me parece de los más logrados de la escena en un año que se está caracterizando por un muy buen nivel tanto cualitativo como cuantitativo y que, como ya no es secreto, viene derivado de la falta de giras y festivales. Si algo positivo nos está dejando la pandemia es que el arte en todas sus formas ha experimentado un notable salto de calidad.
Este disco que no me quiero dejar atrás y que fue editado ya en el mes de febrero es el Escape of the Phoenix de los siempre inmensos EVERGREY. La formación sueca, con todo lo veterana que es y las obras maestras que ha editado a lo largo de su carrera, no es que sea precisamente de las que acaparan más focos y al fin y al cabo muchos de sus seguidores tampoco nos quejamos de ello de la misma manera que nos gusta disfrutar de nuestro pueblo sin alborotos ni algarabías. Porque sí, cada disco que EVERGREY ha creado es digno de saborear como el mejor de los coñacs; todos ellos desde el ya lejano The dark discovery hasta este Escape of the Phoenix son piezas eternas del mejor metal progresivo que se haya facturado. Cierto es que hay que retirarse la venda negra de los ojos y admitir que la banda ha tenido sus momentos de flaqueza hasta volver a remontar vuelo otra vez, pero es de ser honestos reconocer que mantener el nivel de sus primeros cuatro discos resultaba una tarea harto difícil. Efectivamente, el momento culminante de EVERGREY fue con el disco Recreation day, por lo menos creativamente hablando. Tras esta primera etapa la banda se ha ido defendiendo ante los ataques de las nuevas promesas y la diversificación del género progresivo. Desde el año 2014, en el que la banda editó Hymns for the broken, la banda comandada por el guitarrista y vocalista Tom Englund decidió encarar los nuevos tiempos mirando hacia sus mejores obras para presentarlas con una producción y sonido acordes a los tiempos. De esta forma, y a lo largo de tres discos que se aúnan en un concepto común o trilogía, se llega a Escape of the Phoenix, en el que encontramos todos los ingredientes que han hecho que esta banda sea respetada como un purasangre del género y que, por lo menos dentro de la escena progresiva, haya reflotado ligeramente su popularidad.
Escape of the Phoenix da comienzo con una “Forever outsider” con mucha fuerza y donde se nos muestran estos EVERGREY más bombásticos de la última década. Un sonido de guitarras que explota en la cara, un uso de los teclados realmente apabullante y una base rítmica demoledora. Tom Englund ha confeccionado un disco nuevamente centrado en la temática que mejor se le da y es la de hablar sobre las enfermedades mentales y en especial de la depresión, enfermedad que en ocasiones lleva a situaciones dramáticas y de dolor difíciles de sobrellevar. Quienes conozcan a EVERGREY y hayan indagado en sus letras sabrán que hay mucho de autobiográfico en la pluma de Tom Englund.
EVERGREY es una banda de profundos contrastes. No tanto en el sentido de que unos temas sean muy cañeros y otros excesivamente relajados, sino que cada uno tiene un poco de lo uno o de lo otro. La melancolía y la tristeza son la pátina que barniza cada una de las composiciones de la banda y el no caer en un océano de almíbar es lo que la hace tan especial, capaz de transmitir tanto sentimiento bajo una lluvia de riffs embrutecidos y teclados apocalípticos. Habrá quien opine que a este tipo de bandas le pega un sonido más clásico y no tan elaborado y producido y en parte puedo darle la razón. Hay mucha de la magia de antaño que se pierde con la utilización de recursos demasiado efectistas que engordan las canciones hasta un punto que puede llegar a la saturación y a veces nos podemos ver pidiéndole a la banda que baje a la tierra. Pero estos son los tiempos que nos ha tocado vivir y las orejas del nuevo milenio pareciera que necesitamos capas y capas de voces y sonidos por doquier como el que embadurna de ketchup y mostaza un delicioso bocadillo vegetal. Ahí tenemos la melodramática “The beholder” como ejemplo de esto que digo. Un temazo en toda regla donde además colabora el vocalista James Labrie de los todopoderosos DREAM THEATER, pero que quizás con una dieta de adelgazamiento vestiría mejor el traje.
Aunque podríamos hablar mil y una veces de lo que nos hace sentir la voz de Tom Englund (ojo a cortes como “You from you”, “Stories” o “In the absence of sun”), creo que este es un capítulo ya tan resabido que me apetece aprovechar esta última parte de la reseña para destacar el trabajo que viene realizando el guitarrista Henrik Danhage desde que ingresó en la banda en 2014. Creo que él es uno de los principales responsables del poderío que ha vuelto a demostrar EVERGREY y que de nuevo los solos de guitarra tengan un protagonismo especial. En Escape of the Phoenix podemos disfrutar del que posiblemente sea el mejor trabajo del guitarrista desde que está en la banda, aunque ya en The Atlantic había dejado el listón alto.