Era fácil suponer que un nuevo trabajo de CULT OF LUNA sería todo un acontecimiento. La curiosidad y la expectación son comprensibles y justificadas si tenemos en cuenta el ritmo de lanzamientos habitual de la banda, pero en esta ocasión cobra especial importancia un detalle: el último trabajo de CULT OF LUNA, Mariner, lanzado en 2016, era obra del grupo de Umeå en la misma medida en que lo fue de la cantante estadounidense Julie Christmas. Dado el éxito que tuvo el fruto de esta colaboración, quizá algunos oyentes necesitábamos recordar cómo era un trabajo puro y genuino de CULT OF LUNA, algo que nos faltaba desde 2013 con Vertikal, una obra tan brillante como lo sería Mariner tres años después.
En contraste con estas obras y en general con lo que suele hacer el grupo, A dawn to fear no es un disco que siga un concepto argumental tan claramente. Es un álbum que se acerca más a la concepción tradicional de compendio de composiciones. Existen, no obstante, relaciones y referencias comunes temáticas y estéticas, tanto entre los temas de A dawn to fear como entre los mismos y los de trabajos clásicos de la banda. La melancolía característica de toda la obra de CULT OF LUNA se ve potenciada por momentos de grandeza y plenitud que difieren en sus formas pero no en sus propósitos de lo visto en Mariner, mientras que a lo largo del álbum podremos encontrar alguna alusión musical directa a Vertikal. Me alegro de que poco a poco vayan saliendo más discos que utilizan esta clase de recurso, al menos en este género. Por lo demás, gran parte del álbum me hace recordar la atmósfera nocturna y la textura “rugosa” de la gran obra maestra de la banda, Somewhere along the highway.
CULT OF LUNA maneja como nadie el lenguaje característico del post metal, hasta el punto de poder permitirse subvertirlo a conveniencia. Lo más importante en este género es la dinámica, y los crescendos en muchos temas de A dawn to fear son tan paulatinos y sutiles que no se nos permite percibirlos como un clímax sino como una extensión natural del mismo sentimiento. La sutileza es precisamente la clave de A dawn to fear, más que ningún otro rasgo: en el apartado técnico se trata de un trabajo extraordinariamente simple, y apenas contiene detalles verdaderamente llamativos, pero la sensación de inexorable direccionalidad es imposible de ignorar. La banda juega con las expectativas y la familiaridad de la audiencia eligiendo cuidadosamente cuándo ofrecer lo esperado y cuándo no, convirtiendo cada tema en un sendero oscuro y retorcido en el que resulta difícil saber cuánto hemos recorrido o cuánto nos queda para llegar al destino.
A esto contribuye el hecho de encontrarnos ante un álbum de unos ochenta minutos, una extensión elevada incluso para CULT OF LUNA. Puesto que sus pistas son tan largas y están basadas en la exploración de motivos y sentimientos más que en hilos narrativos, hay espacio suficiente para recrearse en distintos puntos del camino. A dawn to fear muestra una preocupación digna de mención por las melodías en su sentido más clásico, es decir, como focos de atención y partes más memorables del conjunto, mientras que la electrónica se reserva para un papel atmosférico elegante y sugestivo. Así, un sentimiento épico y romántico comparable al de Mariner acaba resultando indistinguible de la desolación urbana de Vertikal. Una vez más, sutileza y detenimiento. A dawn to fear es más íntimo e introspectivo que ambos, al menos a mi juicio, recordándome a la época de Salvation, Somewhere along the highway o Eternal Kingdom. Como estos, es una experiencia que se aprecia mejor en soledad y desde la soledad, que es uno de los temas de análisis que han articulado toda la carrera de CULT OF LUNA.
Este deambular continuo por la escala de grises, dosificando los momentos de claridad y oscuridad, tiene un efecto emocionalmente devastador. Muchos pasajes podrán ser interpretados de diferente forma dependiendo de cómo te encuentres en el momento de escucharlos. Es casi como si la música empatizara contigo, como si fuera una entidad con voluntad propia que te acompaña entre paisajes desconocidos, a veces desde la soledad y el aislamiento, a veces desde una cálida plenitud y a veces desde la contemplación más fría y racional. Pero la fría realidad es que nadie te acompaña. No sabes cuánto tiempo llevas ahí y miras el reloj porque la canción que estás oyendo parece repetirse una y otra vez. ¿Esperamos un cambio que nunca llega o simplemente nos hemos acomodado en un lugar seguro y ya no sabemos salir?
Poco más puedo decir sin entrar a un análisis frío y burdo de los fundamentos teóricos de las composiciones, lo que obviamente estaría fuera de lugar. La música de CULT OF LUNA siempre ha estado dirigida al corazón, y nada de lo que se diga sobre ella por escrito puede hacerle justicia o representar adecuadamente su contenido o su propósito. Sí quisiera, no obstante, señalar que me alegra mucho poder decir, a finales de 2019, que el noveno álbum de CULT OF LUNA es uno de los mejores de su carrera y uno de los imprescindibles del género en toda su historia. A dawn to fear será recordado como uno de los momentos más brillantes de una banda irrepetible.