BLOODYCLERKS (ESP) – Doldrums combustion, 2021

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Quien piense que el doom instrumental viene sólo de aquellas latitudes en las que se pasan casi medio año en la oscuridad nocturna y que sólo hay raras excepciones ya puede ir anotando una nueva con BLOODYCLERKS, que vienen desde Alicante con una magistral producción y un segundo disco (Doldrums combustion) que hará las delicias de los amantes de los ritmos pesados y pausados.

Para los que ya hubieran tenido la oportunidad de escuchar a BLOODYCLERKS allá en un lejano 2010 con su No sun after the storm, lo más llamativo de esta entrega es que prescinden completamente de las líneas vocales centrándose exclusivamente en la parte instrumental, con gran peso de las guitarras que, en mi opinión, son las que aportan un sonido propio al conjunto. El no tener cantante facilita la introspección del que escucha el disco, y puede centrarse en los arreglos y las voces de los instrumentos y sus diálogos. Un buen ejemplo de esto es la parte que evoca a un estribillo en el tema «Made of darkness and light«.

También tengo que decir que la apuesta por prescindir del canto en este estilo es de valientes, pues es profundizar aún más en el underground de un género ya minoritario de por sí.

Es un disco largo de más de una hora de duración dividido en ocho cortes que, si bien no forman parte de un hilo conceptual, sí empastan entre sí, lo cual es muy meritorio en discos instrumentales en donde uno puede caer en el eclecticismo con el ánimo de marcar los diferentes cortes del álbum. Todos los temas trasmiten pesadez y presión, pero es cierto que tienen un timbre que se diferencia de otros grupos de doom nórdicos. Este sonido es un poco más brillante y menos opresivo, quizás más progresivo, como la propia banda califica.

La grabación, mezcla y masterización del trabajo han corrido a cargo de la propia banda, lo cual es justo destacar, pues han sido capaces de poner las cartas sobre la mesa y dar a cada uno el papel que le corresponde, sin estridencias. El único pero que se podría decir es que el sonido de la batería me llega como un poco artificial, lo cual no quiere decir que se haya grabado con algún simulador, ni mucho menos, sino que suena como si estuviera reforzado con algún trigger virtual, especialmente los overhead. Pero, de  ser así, es una práctica muy extendida hoy en día. Ya pocos grupos deben de quedar que graben sus baterías cien por cien analógicas.

Un buen disco que hace que los amantes del subgénero mantengamos la fe en que el doom patrio puede seguir dando muy buenas bandas.

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